Aprovechando que no paramos de ver cosas en televisión del Coronavirus se nos ha ocurrido, por qué no, hablar de su tocayo molón. Ese al que todos juegan. El Virus.
Qué decir de él… pues que vamos a jugar a ser médicos igual que lo hacía el vecino de Andy con sus juguetes. Que si los huesitos por aquí…. un corazón por allá… unos buenos pulmones (bien sanos, como los de Greta Thunberg en el catamarán)… y ¡¡Tachán!!… apocalipsis zombie! Si os gusta más, podríamos ser la madrastra de Blancanieves echando cosas al caldero, huesos de rana, cerebro de mandril y corazón de salamandra… Todo esto, mientras intentamos fastidiar los calderos de los demás con unos virus con gustos bastante finolis. Que si yo solo ataco el corazón… que si yo soy más de Tuétano en el cocido… que si lo que a mí me pirra de verdad son los sesitos… en fin… tocar la moral.
Pero tranquilos que también tenemos nuestras defensas. Unas pastillitas de avecrem, que impedirán que nos amarguen nuestro rico cocido. Pero ojo al dato, que los órganos también son unos sibaritas y tienen sus preferencias, aquí no vale poner una medicina de reuma para curar un dolor de cabeza.
Nosotros solemos jugar al mejor de 3. Pero claro está, jugamos en formato Fast & Furious, si tardas mas de dos segundo en tirar una carta ya recibes amenazas. En caso de que juegues en formato Cocoon (consultar filmografía) pues con una partida igual te es suficiente (y alguna amiga nuestra te vetaría el juego). En lo que a los juegos de mesa se refiere, todo es a gusto del consumidor.
En definitiva, un juego para todos los paladares. Fácil de explicar, de jugar y de enganchar (como House con la vicodina). Además permite juntar a los adultos con los más peques de la casa , pero cuidado con los últimos que son implacables en lo que a esparcir epidemias se refiere.
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